Y pensé que estaba muriendo
- Karina Sarmiento Torres
- 5 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Aquí estoy sentada en mi pupitre, tranquila escuchando a mi profesora. No he dicho nada a mis amigas, pero en las vacaciones me vino mi periodo. No creo que ninguna otra ya sea como yo. Yo misma me sorprendí cuando llegó.
Al despertar ese día de abril pensé que estaba a punto de morir. Esa noche había dormido en el cuarto de mi hermano. En las vacaciones nos quedamos jugando hasta muy tarde. Cuando desperté, él aún dormía. Luego en el baño, yo sangraba, estaba muriendo. ¿Cómo pudo pasar? No me dolía nada, no quería morir todavía. Muchas cosas pasaban por mi cabeza, como pudo pasar así tan rápido. Tenía miedo y no podía dejar de llorar. Mi hermano me escuchó y golpeó la puerta del baño. Me preguntó qué me estaba pasando, yo no podía decirle que estaba muriendo, no podía hacerle eso a mi hermano, cómo le podía explicar que no jugaría con él. Entonces le dije que no me pasaba nada, que tenía que hablar con mamá.

Salí y llamé a mi mamá que estaba en el bazar – su negocio, el lugar donde trabaja -. Ella vino a verme enseguida. Me explicó lo que estaba pasando. Ella me dijo que lo sentía, que yo era todavía tan pequeña que ella pensó que era muy pronto para hablarlo. La verdad yo no tenía idea que las niñas podíamos sangrar así, solo tengo 10 años. Es increíble esto que nos pasa a las niñas, yo no creo que sea distinta a las otras, pero pienso que es mejor no decirle a nadie. Mi mamá sabe y eso es suficiente.
No, no quiero contárselo a nadie más. ¿Mi hermano? ¿será que él sabe que las niñas sangramos? No entiendo bien por qué lo hacemos. Siempre pensé que la sangre significaba que te habías herido. Recuerdo cuando me caí del techo hace un par de años, entonces sangré muchísimo y me sacaron casi todos los dientes. Eso si me dolió. Es cierto que ahora no me duele, solo es un poco molesto. Las toallas sanitarias son enormes, será que se nota en mi short. Seguro mi hermano ya se dio cuenta que no soy la misma - pero si soy -. Cuando me caí no me convertí en otra persona, solo quedé sin dientes y dos colmillos que salían, parecía un vampiro.
Mi mamá me dijo que nos pasa a todas las niñas - qué bueno que no estaba muriendo, me asusté mucho pensando que ya era el final -, mamá me explicó que no solo son los cambios visibles y cómo el cuerpo de las niñas cambia, no he visto a ninguna que use chaquetilla como yo en la escuela todavía. También me mostró un librito que no quiero ver todavía, lo vi con ella. Es lindo que mi mamá estuviera allí conmigo, si tuve miedo, mucho miedo, no quería que se fuera al bazar y se quedó allí conmigo. Me cuenta que mi periodo vendrá todos los meses. Mi hermano ya no me preguntó más qué me pasa.
Hoy en la escuela es cierto que hay más niñas con chaquetilla. Igual no les voy a contar. La profesora sigue hablando, estamos haciendo una revisión del año anterior, no quiero que me pregunte nada. Igual nunca aprendí a hacer la división, mejor que alguien la haga primero. No me pregunta nada, solo habla. Mis amigas también hablan. Yo no digo nada.
La clase termina, es la pausa y debemos salir y entonces, allí está la muestra de que es verdad y no lo puedo ocultar. Al levantarme una mancha de sangre en mi asiento y en mi uniforme. Todas la miran, todas comentan. Yo me levanto y no digo nada, salgo al patio del recreo y como si nada continuo. Me siento en el patio del recreo, no hago nada. Alguien me da algo para que me tape la mancha. Entro al aula un poco antes y limpio el asiento. Me siento, todas entran y continúo escuchando a la profesora. No sé si siguen hablando, yo no quiero hacerlo. Escucho atenta a la profesora. Es hora de irse, me voy.
Llego a casa y mamá me abraza.
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