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Una más

  • Foto del escritor: Karina Sarmiento Torres
    Karina Sarmiento Torres
  • 17 may 2023
  • 3 Min. de lectura

Y lo hice otra vez. Como la vida me traiciona y traiciono a quien no quiero traicionar. ¿Qué digo? ¿Traicionar? Es ese pensamiento exagerado al que mi imaginación me transporta sin perdón. Siempre me enredo con lo que quiero decir para no tener que decirlo, pero finalmente siempre termino diciendo todo lo que empiezo a decir. Los recuerdos me acorralan y esa tendencia tan mortal de recordar lo que no se quiere recordar. Todo hubiera sido tan fácil si solo me hubiera adherido a lo que se esperaba de la mujer que soy. ¿Qué mujer soy? ¿No somos todas lo mismo? Ya te estás poniendo exquisita, como si fueras una joyita. ¿Qué joyita eres? ¿No es más fácil todo así? ¿Así cómo? ¡Habla claro! Digo, como cuando te pones en la fila y no preguntas o más bien preguntas lo que se dice en un día cualquiera: ¡Qué lindo día! ¿Cuánto lleva usted esperando en esta cola? ¡Qué bonita cartera! ¿Dónde la compró? Y de repente le suelto la historia de mi vida o la vida que quisiera inventar para no distraer a nadie o no distraerme a mí y seguir. Y aquí está en mi cabeza ese golpe en la mesa con que me explicaba que cada gota de menstruación depositada en una toalla sanitaria tenía un costo, un costo que podía hacerme perder la respiración. No respires, no respires porque el aire te costará, como el agua que recoges en el balde para botar la mierda del inodoro, ¿y quién era yo entonces?, esa pequeñita mujer asustada de una pobre cosa, que el mundo llama persona, sentía miedo cuando me soltaba un grito para que mis pasos fueran ligeros. Mi cuerpo invisible pasaba ligero ya, si apenas alguien podía verlo, ni yo podía verlo. Mis pasos ligeros, solo llevaban la carga inmensa de mi alegría contenida en la leche que salía de mi pecho. Las mujeres no lloran, así debió ser la bendita frase, y no que somos como una rosa - con espinas, claro - que no se tocan, pero se terminan tocando y no solo tocando, sino arrancándoles cruelmente cada pétalo, y cada pétalo masticado y masticado y escupido, como escupes lo que te produce náusea, lo que no toleras. El mundo sigue acorralándonos y una más o ni una menos y finalmente todas caemos una tras otra en esa centrífuga violenta. ¡Ah, no!, ¿qué digo?, ¿si yo hubiera caído?, ¿no caí?, ¿me levanté?, o ¿simplemente lo soñé? ¡No! yo las salve, a ellas, a mis ancestras. Era mi deber, salvar a la tierra, salvar al mundo, salvar el cielo, salvar a todas, total ya estuvo ¿Cómo no lo pude ver? Eso era, yo tenía que terminar de romper el círculo por ella, por las que vendrán después de ella, a las que no veré crecer. Ella lo vale todo, ella cada segundo vivido, cada segundo no vivido, ella mi eternidad, ella mi locura, ella mi gran amor. Qué pequeñita y linda. Silencio, ella no llora. Silencio, yo estoy acá. Un, dos, tres, amor, te canto yo una canción que inventa mi corazón, te miro, te toco, tu manita, patita te digo y tomo tu pie, y tú conmigo, segura, yo soy tu protección. Sabes cómo fue conmigo, no lo sé, yo no lo sé, tú lo sabrás, porque tú eres la sabia, la fuerza, el fuego. Patita, solo patita dame y ya. Mamá sueña, una madre conmigo, mi madre. Yo tampoco lloré, eso dijo mamá, tanto amor, ella, papá, igual no lloré. Las mujeres somos así ¿Qué quieres decir? Que somos así, así maravilla, así viento, así agua, así luz, así magia, así. Yo siempre callé, imaginaba a todos en esa bola de cristal – una que yo construí en mi imaginación para protegerlos - yo la sostenía, amor mío, tal como te sostengo a ti. Yo no deje caer esa bola de cristal, ellos no saben nada ¿para qué? A nadie le hace falta saber, saber qué, lo que todo el mundo sabe. La historia que se repite sin parar, la historia de ella, si alguien pudiera escuchar lo que quiero decir, pero igual todas lo dicen y nadie escucha, da lo mismo, si y una más, una más cada día, tirada en las calles, golpeada, muerta, machucada, sin fuerza. Qué dramática estas, a esto llamas drama, estás mal. No lo estoy, soy real, soy carne, soy sangre, soy energía, soy la nada, soy el todo. Sigue esa música, no sé por qué me gusta escucharla cuando me enredo así con cada pensamiento, como si pudiera resolver en el día la vida misma, en este momento con estas notas en mi cabeza. Mi perra me mira, quiere salir a pasear, pero no puedo parar y ya tengo frío. Vamos, le digo, ¿a dónde quieres ir?, como si pudiera responder.



Junio 2022



 
 
 

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